domingo, 17 de abril de 2016

Farinato Race Madrid. Héroes de barro




Era la primera carrera de estas características a la que me enfrentaba. Tenía muchísimas ganas pero también la incertidumbre de no saber si estaba lo suficientemente preparada. Había entrenado algo más que de costumbre en el gimnasio, pero como hago deporte habitualmente no había cambiado en exceso mi rutina y me daba respeto no saber si estaba al nivel.

La misma mañana de la carrera tres de nuestras compañeras de equipo decidieron no presentarse. El día había amanecido con sol, pero pronto llegaron los nubarrones y la lluvia y eso nos echaba para atrás. Aun así, a mí no me gusta rendirme sin haberlo al menos intentado, así que recogí a mi compañera Marta, engullimos un desayuno de campeones y nos dirigimos a Villanueva de la Cañada con las dudas relativas a la primera vez: ¿irá la gente muy preparada? ¿vamos bien abrigadas? ¿pantalón corto o largo? ¿habrá duchas para después? ¿cómo estará el terreno con la lluvia?


Nada más llegar descubrimos que había gente muy entrenada pero lo que notamos en el ambiente es que había muchas ganas de pasarlo bien. Ya no había marcha atrás, estábamos en la línea de salida y teníamos que salir y darlo todo. 


"Farinatos. ¡Qué!
Farinatos. ¡Qué!
Farinatos. ¡Qué!
Todos juntos. A por la victoria!!!"

Ése era el grito de salida. Todos salimos corriendo y ya desde la primera prueba los farinatos no sólo intentaban superarse a sí mismos, sino que también te ayudaban cuando necesitabas un impulso en alguna prueba. Lo que más noté durante todo el recorrido fue la solidaridad de los compañeros. Se notaba que habíamos ido a pasarlo bien y creo que ambientazo fue lo que me animó a seguir hasta el final atravesando todo tipo de pruebas: túneles, rampas, cuerdas, alambres, sacos, troncos de árboles, monkey bars... Y sobre todo barro, que nos acompañó desde el minuto uno debido a la lluvia.

Cerca de la meta ví como una chica se lesionó cayéndose en uno de los obstáculos. Eso me hizo mantener los pies en la tierra. A fin de cuentas, es una carrera divertida pero hay que ir preparado y acercarse a los obstáculos siendo consciente de las alturas que llegas a subir. Cuando comprobamos que la chica que se cayó estaba bien y ya habían llegado voluntarios para atenderla, Marta y yo continuamos los últimos tramos de montículos de barro y alambres para alcanzar la meta agotadas pero muy muy felices.

Además de haber sido una experiencia increíble, he acabado la carrera sin un rasguño. Tengo clarísimo que voy a participar en más acontecimientos como éste. Me parece un manera muy sana y divertida de pasar mi tiempo libre. Y te llevas una medalla de finisher chulísima!







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